jueves, 7 de febrero de 2013

Sin polladas,

sin agarrarse a excusas basadas en el miedo o en la irresponsabilidad.
Agarrando al toro por los cuernos, empujando, sudando la vergüenza, masticando las palabras más difíciles.
Reflejando en el cristal de mi reloj la luz que desprendes y concentrándola en un punto concreto de lo que voy tratando de expulsar, para que arda todo gracias a ti.
Subiéndome los cuellos y encorvándome al andar contra el vendaval, pero avanzando, un paso detrás de otro, aunque caiga me volveré a levantar hasta llegar a ese lugar donde solo se encuentra tu sonrisa y la calidez de tu piel.
Dibujando el mañana con el ocre que desprenden las heridas de ayer.
Solo llueve si engendro nubarrones de esos que acojonan y que vuelven todo negro, pero ya se como disiparlos y es mucho más fácil de lo que creía.
Mucho más fácil.
No habrá más ídolos de barro, ni más sacrificios inútiles, ni más religiones absurdas que lo confunden todo.
Tan solo nosotros.
Corro, en lo más profundo de este bosque se encuentra la guarida donde se oculta  mi sombra y estoy a punto de darle caza.
Las hojas caídas y la lluvia dificultan el rastro, pero calza mi mismo pie y apesta a mi.
Y a alcohol.
Y ya se que decir cuando la tenga delante de mi, erguida y dispuesta a pelear.
Tan solo: "Vuelve".
Huele a tierra mojada y a invierno, huele a frió y no canta ningún pájaro, pero sigo adentrándome en la espesura porque me  he desecho del lastre de todos mis temores y ahora soy más rápido y más preciso.
Cuando la haya cazado, volveré hasta ti con el trofeo y me ayudaras a coserla fuerte, para que no se me escape nunca más.
Y me esconderé entre todos los demás, viviendo la vida que necesito vivir.
Como uno de vosotros, feliz.
Aguanta, no tardo.





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