viernes, 11 de enero de 2013

Sucede

que en ocasiones uno va caminando por la vida con los ojitos tapados como los burros.
Y no puede ver nada más allá del camino recto, del que se te viene encima de frente.
Pero la vida está por todos los lados.
Y es genial despojarte de las trabas que te impiden darte cuenta de lo jodidamente genial que es estar vivo en algunos momentos.
Ver el mundo desde todos los ángulos y reconocer la felicidad atacando por los flancos y la retaguardia.
Sucede que en ocasiones los grises se vuelven verdes, rojos, azules y amarillos, que los pájaros se empeñan en cantar alto y afinado, que los edificios te sonríen y que la noche ya no da miedo.
Que con cada paso, avanzas un enorme trecho hacia lo que más deseas y no te cansas de andar.
Que los amigos son más amigos que nunca y la persona a la que quieres te acaricia la cabeza.
Y te sientes en paz.
Sucede también, que te notas más liviano porqué te has liberado de ataduras, incómodos fardos, paquetes de miserias y carroña, agujeros negros por donde todo se te escapaba.
Libre para ser quien quieres ser.
Es una gozada pasear.
Es una gozada inspirar e inundarte por completo de aire puro, retenerlo unos segundos, expirar.
Repetir la operación.
Tomarse unas cañas contigo, acostarse sabiendo que mañana volverá a estar despejado y lleno de luz.
Y no sabes cuanto va a durar, pero sientes que desde hacia mucho, mucho tiempo, vuelves a ser completa y absolutamente feliz.
Entonces por un instante todo se oscurece y te entra pánico al pensar que seguramente se te reclamará de alguna manera el pago por ello, y temes por los que quieres y el futuro se torna de nuevo peligroso.
Pero solo es una nube que oculta el sol para seguir rápido su camino.
En ocasiones, sucede que sonries .
Y no quieres dejar de hacerlo.





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