lunes, 28 de enero de 2013

Pedro Bread



Anoche un amigo me llamó así: Pedro Bread.
Como los domingos suelo estar espeso de cojones, no me di cuenta del juego de palabras, pero mi amigo me aclaró la broma: Pedro Bread= Peter Pan.
Jodo...que lerdo soy a veces.
Peter Pan, es un personaje con el que me identifico desde hace algunos años.
Tengo tanto de él, que en ocasiones me olvido de que soy Juan Pizarro.
Al igual que Peter, me he negado a crecer, me he negado a asumir responsabilidades y me he quedado anclado en una tierra especial, poblada por personajes de cuento.
Sin darme cuenta, terminé comprando una parcela en Nunca jamás, con vistas a lo que se va quedando atrás.
Y se van quedando muchas cosas.
Muchas noches, me castigo un poco el alma repasando lo bueno y lo malo de mis actos.
Quizás, esa actitud de no afrontar la madurez como una persona normal, terminará por convertirme en un viejo solitario y gruñón, disfrazado de adolescente con mallas verdes.
Enamorado de una Campanilla que no me quiere y tratando inutilmente de volver al planeta Tierra.
En ocasiones intento hacer una vida convencional y querer a alguien con los pies en la tierra, sin alas y sin polvo de estrellas, pero es un error, porque en seguida se dan cuenta de quien soy en realidad y terminan dándome boleto.
Y no las culpo, porque cualquier mujer se merece algo mejor que yo.
Mientras, seguiré sobrevolando los tejados de mi ciudad, preguntándome porque carajo no he aprendido la lección.
Y es que ser Peter Pan es a veces, muy, muy duro, casi tanto como dejar de serlo.
Supongo que de alguna manera tengo miedo a crecer, porque cada año que cumplo descubro que lo que me rodea termina siendo insulso y no quiero anquilosarme entre fracasos y noches en vela.
Algo así me sucede con el amor.
Forjo una Campanilla perfecta a base de retazos de todas las mujeres que he amado y proyecto en ella todo lo que tengo que ofrecer.
Pero entre lo que ofrezco, no estoy yo, sino tan solo un dibujo de quien me hubiera gustado llegar a ser.
Me paso la vida enterrando las mallas y el gorro en el fondo del armario y vuelvo a extenderlo sobre la cama,al poco, retirando la naftalina con cuidado.
Quizás mi problema es que estoy hecho un lío.
No termino de ubicarme y me refugio allí donde se refugian todos los cobardes.
Igual mi destino es caminar por una tabla sobre la borda de la fragata de Garfio y terminar saltando al mar.
Igual, un día encuentro el valor necesario para reconocer de una vez por todas que tan solo soy un tipo asustado.
Igual mañana maduro.
Igual.


viernes, 18 de enero de 2013

Despierta.

 
No pienses que con esto te estoy diciendo adiós,simplemente estoy firmando una carta de despido.
Hemos sacado el trabajo, hemos cubierto objetivos y ambos nos hemos lucrado.
Tu te llevaste lo mejor de mi, lo que muchos no han sido capaces de intuir siquiera, lo que escondo muy dentro. Yo me llevé un montón de momentos estelares y la inspiración de las imágenes más bellas.
Al final, como pasa casi siempre, la rutina nos ha convertido en superfluos y a mi se me ha abierto una nueva ventana en el explorador. Cierro la tuya, tu cierras la mía.
Emerjo y me despojo de ese aura de fragilidad, te libero de la protección de madre y de las noches de rabieta y desacuerdos.
A cambio, me quedo con la capacidad para destrozar lo que me quede de vida, o de acertar con lo que ahora vivo, amo y sueño.
Tu seguirás ahi...yo siempre estaré aquí.
Mi gato y yo hacemos la maleta.
Te llevo en el corazón.
Me quedaré unos cuantos años, atrapado en el tintero.



viernes, 11 de enero de 2013

Sucede

que en ocasiones uno va caminando por la vida con los ojitos tapados como los burros.
Y no puede ver nada más allá del camino recto, del que se te viene encima de frente.
Pero la vida está por todos los lados.
Y es genial despojarte de las trabas que te impiden darte cuenta de lo jodidamente genial que es estar vivo en algunos momentos.
Ver el mundo desde todos los ángulos y reconocer la felicidad atacando por los flancos y la retaguardia.
Sucede que en ocasiones los grises se vuelven verdes, rojos, azules y amarillos, que los pájaros se empeñan en cantar alto y afinado, que los edificios te sonríen y que la noche ya no da miedo.
Que con cada paso, avanzas un enorme trecho hacia lo que más deseas y no te cansas de andar.
Que los amigos son más amigos que nunca y la persona a la que quieres te acaricia la cabeza.
Y te sientes en paz.
Sucede también, que te notas más liviano porqué te has liberado de ataduras, incómodos fardos, paquetes de miserias y carroña, agujeros negros por donde todo se te escapaba.
Libre para ser quien quieres ser.
Es una gozada pasear.
Es una gozada inspirar e inundarte por completo de aire puro, retenerlo unos segundos, expirar.
Repetir la operación.
Tomarse unas cañas contigo, acostarse sabiendo que mañana volverá a estar despejado y lleno de luz.
Y no sabes cuanto va a durar, pero sientes que desde hacia mucho, mucho tiempo, vuelves a ser completa y absolutamente feliz.
Entonces por un instante todo se oscurece y te entra pánico al pensar que seguramente se te reclamará de alguna manera el pago por ello, y temes por los que quieres y el futuro se torna de nuevo peligroso.
Pero solo es una nube que oculta el sol para seguir rápido su camino.
En ocasiones, sucede que sonries .
Y no quieres dejar de hacerlo.