sábado, 3 de marzo de 2012

Querida Campanilla

te echo mucho de menos.
me enseñaste a volar y, sin tu polvo de hadas mi vuelo es torpe y errático.
Me falta tu luz, como a lo largo de toda nuestra vida.
La tuya es una luz intermitente: hoy me alumbras, mañana no. Pasado mañana volverás a hacerlo.
Es una putada querernos tanto y no querernos lo suficiente.
Anoche volví a emborracharme con Garfio, el lloraba por lo suyo y yo, intenté no derramar ni una lágrima.
Pero es lo que tiene el "Grog" del bucanero...suelta la lengua y el corazón.
Y deja una resaca espantosa.
Esta mañana algo ocultó el sol y levanté la vista al cielo deseando que fueras tú, pero no era más que otra jodida nube.
Me duele la cabeza y me duele tu ausencia.
Me has empujado a ser mayor, pero por mucho que lo intente no soy capaz, porque aunque nos pese a los dos, siempre seré Peter.
Y tu siempre serás un hada.
Mi vida son vasos vacíos y rotos, noches en una cornisa junto al Big Ben, duelos a muerte con espadas de madera.
¿Donde se esconden tus ojos?
Quisiera volver a encontrar en ellos la mirada que tanto miedo me dio una vez.
Me acostumbraré al conformismo del recuerdo.
Sigo atrapado en el interior de un tintero y sigue sonando, una y otra vea, la canción más bonita del mundo.
Tuyo siempre.
Peter Pan.

2 comentarios:

Sorti dijo...

Una carta poético-desgarradora al icono de la infancia que, una vez más, nos hace víctimas del paso, inevitable, del tiempo.
Mi Campanilla también debe andar entre nubes y sólo de vez en cuando, se deja ver...
Bonita forma de empezar la mañana.
Un saludo.

lacantudo dijo...

Creo que el cielo debe de andar lleno de Campanillas.
Todas, todas las mujeres son hadas que te besan la punta de la nariz y luego te abandonan con tus miserias.
Unas lo hacen antes, otras despues.
Unas con razones sinceras, otras fabricándose excusas porque necesitan inventar la manera perfecta de romperte el corazón.
Yo empiezo a estar un poquito cansado de este juego, por eso me paso el día con Garfio.