domingo, 22 de enero de 2012

¿En qué piensas?

Es una pregunta que me han hecho en unas cuantas ocasiones.
¿En qué pienso?
Joder...a veces no estoy pensando en nada.
A veces pienso que me he metido en otro fregado, enciendo un pitillo y vuelvo los ojos, como una tintorera cuando está a puntito de jamarse a su presa.
Entonces deseo estar muy lejos de aquí.
O al contrario.
En algún momento he llegado a pensar que el mundo merecía la pena, que el tiempo debería detenerse en ese preciso instante, para permanecer milenios recostado junto a ti, respirando tu calor.
Que la gravedad es un sin sentido, que no hay motivos para tener miedo.
Que me encanta sentir tu cabello cayendo sobre mi cara, mientras te sostengo resoplando a horcajadas.
Que el diámetro de tus pechos es perfecto.
Que estás preciosa, te pongas como te pongas, te vistas como te vistas, te desnudes como te desnudes.
¿En qué pienso?
En lo cerca que he estado siempre de volverme loco por ti.
En lo cerca que has estado siempre de decirme la verdad.
Es mejor poner la mente en blanco.
Pranayama.
Respiramos muy despacio, reteniendo el aire, expulsándolo poco a poco por la nariz.
Que preciosa eres.
Que cosa más bonita.
Poder subir al Olimpo como en una maldición, para ver de cerca lo que se reservan los dioses, que en ningún caso va a ser mio.
Y no me importa, que cojones...
En mi vida volveré a sentir lo mismo, con lo que puedo desangrarme alegremente.
¿Enamorado? Que va...
Imbécil perdido.
Con dos cervezas de más me siento más humano, aunque imbécil perdido.
Viendo como te alejas por mucho que yo trate de correr.
¿En qué pienso?
En lo injusta que es la vida.
En lo bien que te queda tu realidad.
En lo jodidamente perfecta que eres.
Y yo tan absurdo.
Y tan acostumbrado al borrón y cuenta nueva.
Luego si eso te lo cuento, me das un par de consejos y siete o setenta palmadas en la espalda.
Y bajo a la calle donde todo lo que me espera va a estar bien lejos de ti.
Me mandas a la arena donde me esperan silbando las fieras, haciendo gancheta, sudokus y quinielas.
Tan contenta, porque me ves partir sonriente.
Y solo sonrío porque antes de que se cerrara la puerta has sido lo último que he visto.
Y después ha llegado el ascensor.
Y me ha devuelto al mundo.
¿En qué pienso?
En ti, joder...solo en ti.
Pero soy capaz de disociar y saber que estás en todo.
No te preocupes, te llevo en el corazón, en el bolsillo, en la recámara y en una funda en el cinturón.
No pienso en nada más, que en porqué coño la vida te ha cruzado conmigo, si estaba claro que aún a pesar de todo, no me ibas a querer lo suficiente.
Aún así, me siento un puto privilegiado.
En eso pienso.
En la suerte que tengo.

No hay comentarios: