jueves, 26 de enero de 2012

Donde quiera que esteís.

No se quienes sois, cuantos sois, cómo sois.
Se que estáis ahí, en alguna parte, del otro lado de la pantalla.
No se si habrá alguien que haya sentido lo que escribo, alguien que se siente a leerme por las noches y asienta con la cabeza mientras suelta el humo suavemente por la comisura de los labios.
Supongo que habrá algún hogar donde habré llegado por casualidad, de rebote, sin quererlo y de la forma más tonta me he instalado.
No se a que os dedicais, si sois buenos o malos, o buenos y malos o humanos, más humanos que yo.
Quiero pensar que de alguna manera os hablo bajito por las noches y me desnudo el alma, doblándola después y colocándola con mucho cuidado en una silla junto a vuestra cama.
Mañana si queréis, os la podéis poner, ya está limpia, la acabo de traer del tinte.
Me ha dicho la señorita del mostrador que algunas manchas supusieron un verdadero reto, pero que al final, con el producto adecuado, todas se terminan yendo.
Otra cosa son los bollos del corazón.
En el taller están saturados de trabajo, tienen miles de corazones esperando apilados en estanterías muy altas, altísimas.
Así que no lo he querido dejar allí y me lo he traído a casa.
Puede que con vuestra ayuda consigamos hacer algo.
No volverá a ser el mismo, pero no pienso cambiarlo por otro más nuevo, o más grande, o más brillante.
Al fin y al cabo no os escribo yo...os escribe él.
Yo simplemente soy los dedos que presionan las teclas.
Él es quien me pide la oportunidad de compartir sus averías.
Escribe para mi y para vosotros.
Quiere contaros cosas.
Yo soy mucho más tímido, él ya está acostumbrado a darse la vuelta y a latir cuando no debe.
Pero sigue latiendo, joder si sigue latiendo.
Me despierta por las noches bombeando mil preguntas que no se responder y me pide que encienda el ordenador y os las pregunte a vosotros.
¿Tenéis respuestas?
En ocasiones me siento muy solo, y observo el contador del blog y veo que pasan de dieciseismil las visitas.
No tengo café para tantos, pero algo se podrá hacer.
¿Os gusta el bizcocho?
He aprendido a hacer uno con harina integral y edulcorante.
También he aprendido que las cosas no suceden porqué si y que cuando en las películas doblas una esquina acelerado, tropiezas con una mujer preciosa y con tu torpeza haces que derrame la bebida sobre la blusa blanca.
Luego se enamora de ti en el acto, zas...ya está.
Y si te giras para verla marchar y ella también se gira, es que antes del "The end" va a haber un beso larguísimo.
Supongo que entre vosotros se ocultan también perros rabiosos deseando hincarme los colmillos en la yugular.
Adelante, me he tatuado un gato, soy una presa exquisita.
Es curioso, pero de un tiempo a esta parte me siento más feliz, así que no tengo miedo.
Solo ganas de saber porqué la acera está llena de zanjas.
No importa, cojo carrerilla y salto.
Alguno estaréis en el trabajo, ocultándome de la vista del jefe.
Otros en clase, tirando de Iphone o de Blackberry, mientras el profesor de constitucional o de biología o de lenguaje musical, lamenta no haberse dedicado a su verdadera pasión: los buñuelos de crema.
Se que alguna me lee en la cama, reposando, con su pequeña recién nacida apoyada en el pecho.
Y me colma.
En ocasiones os enfadáis, en ocasiones reís, a veces no me entendéis y en algún momento muchos habéis llorado conmigo.
Soy la vida, soy lo que somos todos, yo simplemente me vacío aquí y le doy forma al puto día de trabajo ingrato, al polvo más violento, a la caricia más íntima y a la lágrima más espesa.
Al paseo por un prado verde cogido de la mano de la persona que amas.
Al brillo de decenas de ojos.
Así que donde quiera que estéis, quien quiera que seáis, os saludo, os añoro y os agradezco el calor.
Sin vosotros, yo no tengo sentido.

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