miércoles, 6 de abril de 2011

Y hoy me ha dado por allá.




Julían tiene nueve años, pesa ochenta y cinco kilos y mide más de un metro ochenta.
Al margen de su descomunal tamaño, Julián nació con un cerebro privilegiado, ya que a los tres años, hablaba a la perfección tres idiomas, escribía artículos de opinión en su propio blog y encontró un remedio para solucionar la grave crisis financiera que asolaba su país. Aunque jamás lo compartio con nadie...ya se sabe, a rió revuelto, ganancia de pescadores.
Los padres de Julián, incapaces de asumir tamaño espécimen, terminaron divorciandose.
Su padre quedo muy tocado con la separación y los fines de semana en los que Julian acudía a su casa, aprovechaba la ocasión para asesorar a Julián en cuestiones femeninas, aunque la verdad, con una visión del tema muy particular.
Para el padre de Julián, las mujeres, todas, son seres malvados y egoístas que solo buscan su provecho, aun a costa de destrozar la vida del hombre que este a su lado.
Julián, que es bastante más inteligente que su padre, escucha en silencio y le va rellenando la copa de vino, una y otra vez, sabedor de que a partir de la segunda botella, su padre se irá agotando poco a poco hasta caer inconsciente.
En ese momento Julian toma posesión del hogar paterno y aprovecha para entrar en el ordenador del despacho y transferir pequeñas cantidades de dinero a una de las cuentas que se ha creado a través de internet.
En ocasiones, da rienda suelta a su instinto y tras inmovilizar al pequeño gato persa de su padre, lo somete a un sinfín de pequeñas torturas, eso si, sin dejar ninguna marca que pueda delatar su "diversión".
Y es que Julian, es un pequeño psicópata.
Algunos fines de semana los pasa en casa de su madre y el nuevo novio de esta.
El novio, Castor, es un ser pusilánime y asustadizo que entendió a la perfección quien mandaba el día en que Julián, con una frialdad impropia de un niño de su edad, casi demoniaca, le agarro firme por la nuca y le dijo muy despacito, que si no hacia todo lo que el pidiera, mataría a los dos pequeños de Castor, fruto de un anterior matrimonio.
Al llegar el verano, Julian iba a pasar un par de meses a casa de sus abuelos, en una población costera de Galicia.
Desde los siete años Julian habia entrado en contacto con algunos narcos locales, los que sorprendió con unos sabios consejos que permitio a estos burlar la vigilancia de la Guardia Civil y aumentar considerablemente sus ingresos.
Julian, delante de sus abuelos se comportaba como un niño normal, no quería estropear su tapadera.
Incluso acompañaba a su abuelo a pescar, ya que este conocía a la perfección cada recoveco de la endiablada costa gallega y esa información, era vital para el buen desarrollo de los planes de Julian.
Bien es cierto que tenia que aguantar por el camino las batallitas interminables de su abuelo, pero bueno, era un pequeño precio a pagar.
Una mañana, su abuelo se levantó antes de lo habitual y sorprendió a Julían "divirtiéndose" un poco con el cebo vivo que utilizaban para la pesca.
El abuelo descubrió algo horrible en los ojos glaucos de aquel niño que estaba disfrutando descuartizando a las pequeñas lombrices y observando como se retorcían.
No pudo resistir la impresión y el corazón se le paró allí mismo, y murió.
Mientras la abuela lloraba desconsolada en la ambulancia, preguntándose donde se habría metido su nieto, Julían se dirigía solo hacia una pequeña cala, para controlar el desembarco de más de mil fardos de su propia mercancía.
Y es que Julían, con tan solo nueve años, se había convertido en uno de los mayores traficantes de cannabis del país.
La idea le surgió al ojear aburrido un cuento absurdo e infantil, donde el protagonista plantaba unas semillas mágicas que hacían brotar una planta descomunal.
Encerrado en el garaje que había alquilado con un DNi falso, y que pagaba puntualmente desde una de sus cuentas, Juliánn trabajó duro hasta conseguir mutar una variedad de "Sativa" que produjo la asombrosa cantidad de setenta kilos con tan solo tres macetas.
En la actualidad, Julián disponía de varias naves industriales y la producción global ascendía a más de ocho mil kilos anuales.
Por supuesto, él solo nunca habría podido controlar todo aquello, por lo que creo en la red un complicado entramado de direcciones, links y páginas falsas, a través de las que contrató a un centenar de sicarios rusos y colombianos, que tan solo sabían de su jefe que respondía al alías de "gato negro" y que si le fallabas, estabas muerto.
Al volver a Madrid, tras la muerte de su abuelo y tras haber comprobado que las vías de desembarco eran seguras y que la mercancía sería distribuida correctamente a todos los colegios e institutos de España, Julian se dio un pequeño capricho, entró en un Burguer King y pidió un dople Wooper.
Pero la vida, en ocasiones es cruel.
Al tragar el segundo bocado, algo duro (más tarde se descubrió que se trataba de un diente de rata, un incisivo, para ser más concretos)le obturo la glotis.
Julián no podia respirar y comenzó a revolcarse por el suelo.
Los empleados de la hamburgueseria, le observaron unos segundos y tras llegar a la conclusión de que seria un niño, presa de una pataleta por no poder comer más, siguieron como si nada con sus quehaceres.
Julían murio allí mismo, maldiciendo su negra suerte y deseando que todo el mal que habia hecho en vida, no lo estuviera aguardando al otro lado del tunel.
Por primera vez en su vida, Julián se equivocó.
El médico de guardia solo pudo certificar la defunción del muchacho, aunque hubo algo que le llamó poderosamente la atención. En el rostro frio de aquel niño, el doctor descubrió un rictus, una mueca de espanto como jamas había visto en sus largos años de profesión. Era como si en el último momento, aquel niño hubiera contemplado la faz del diablo.

3 comentarios:

mirinda dijo...

...las dos caras de la misma moneda...simplemente genial!

(voy a tener que moderar la euforia de mis comentarios a fin de que no parezcan peloteo)

No sé si has visto Melinda y Melinda de Woody Allen (lo siento, tenia que incluir esta referencia gafapasta).

lacantudo dijo...

Como el día que te conozca lleves lentillas, me va a dar un ataque de caspa!!!
Molan las referencias y por encima de muchos directores y a diferencia de nuestro querido Lars, me encanta Woody Allen.
Tengo la suerte de tener un padre gafapasta de toda la vida y he crecido entre libros, discos y mogollón de películas, entre ellas toda la colección en vhs de Woody Allen.

Y no parece peloteo...a mi me encantan las críticas positivas...mucho más que las "constructivas"

mirinda dijo...

Tranquilo, que el señor H&S no tendrá que incrementar su producción...

Tienes mucha suerte, yo me crié con pelis de Pajares y Esteso, lo cual creo que podría explicar alguna que otra patología...

Por cierto, que prolíficos estais esta semana, no?
Que siga, que siga...