jueves, 21 de abril de 2011

Mi amigo el suicida



No sabia por cual decidirse, cada uno tenia su aquél.
Obviamente, colgarse de una soga era realmente efectivo, y muy visual, pero requería de mucha parafernalia, así que lo descartó.
Con las pastillas no quería repetir. La última vez que lo intentó, lejos de morir, se agarró un melocotonazo tremendo y terminó bailando semidesnudo en la puerta de la catedral, con lo que amén del malestar del lavado de estómago, al despertar sintió un ridículo terrible, porque un fotógrafo de la prensa local que pasaba por la calle lo inmortalizó mientras realizaba el paso conocido como "el robot", con los calzones por los tobillos y la camisa anudada sobre el ombligo.
Que vergüenza.
Tiene una pistola,pero no se decide a usarla.
Una vez vio un documental sobre los suicidios con armas de fuego y allí se contaba que en muchas ocasiones, si se coloca mal el arma, únicamente se dañaban algunas partes del cerebro "no vitales" con lo que además de seguir vivo, te quedas tontito del todo y te pasas el día comiéndote los mocos y haciéndote tus necesidades encima.
Hace unos meses, en su cuarto o quinto intento (la verdad es que ya he perdido la cuenta) mi amigo saltó desde un puente, con tan mala fortuna que fue a caer sobre un camión que transportaba ovejas churras al esquilador.
Fue un aterrizaje ciertamente mullido que solo le deparó alguna contusión (producida por los puñetazos que le propinó el camionero)y un disgusto muy gordo, al ver que en cinco minutos que pasó entre los ovinos se había llenado de garrapatas y de pulgas.
Desde aquella no ha vuelto a comer lechazo.
El muy gilipollas decidió un día abrir la espita del gas de la cocina y encenderse un pitillo y pasó toda la mañana en el trabajo deleitándose con la imagen de la explosión sin recordar que tenia vitrocerámica.
Me reí muchísimo el día que me contó que acudió al circo con la intención de arrojarse a los leones cual cristiano en el coliseo, pero que al saltar a la jaula de las fieras en un descuido del personal, descubrió con horror que todos los felinos estaban a punto de cascarla de viejos, desdentados, sin apetito y sin gana alguna de comerse a nadie. Incluso me contó que un león le lamia el dorso de la mano mientras la cuadrilla de enanos trapecistas lo sacaban de la jaula a base de cabezazos en los cojones.
Más tarde le llegó una denuncia del mismísimo Ángel Cristo, reclamandole judicialmente siete mil euros, porque a uno de los "reyes de la selva" aquella situación le provocó tal estres que murió en el acto fulminado por un infarto de miocardio.
Y es que quitarse la vida es por lo visto casi tan difícil como vivir.
Mi amigo no se corta las venas porque es una persona muy pulcra y las manchas de sangre salen fatal, así que dese el principio descartó cuchillos, navajas y demás objetos cortantes.
No quiere suicidarse en plan romántico, a base de botellas de absenta, porque dice que con su suerte seguro que no se mata y la absenta engorda muchísimo, así que seguiría viviendo y se dejaría un dineral en endocrinos.
Hoy me ha pedido que lo ayudara a morir.
Me ha preparado una coartada estupenda, me ha regalado unos guantes de cuero negros y a su señal, he comenzado a oprimirle la traquea, pero justo cuando empezaba a ponerse morado le ha sonado el móvil y tras pasarse más de una hora discutiendo con una comercial de orange se ha pillado un cabreo tremendo y lo hemos tenido que dejar para otro día.
La verdad es que empiezo a estar harto de mi amigo.
Yo creo que realmente no quiere morirse, solo trata de llamar la atención de la gente que le rodea, pero ya le hemos dicho todos que nos empieza a cansar con tanta depresión y tanta tontería y que lo que tiene que hacer es comprarse un cahorrito y pagarse unas cañas.
En fin, al final a ver por donde nos sale.
Que ustedes lo pasen bien.

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