martes, 20 de enero de 2009

BELLA DAMA ESPAÑOLA

Quien no recuerda la cancioncilla que tarareaba Queen, el marinero caza escualos de "Tiburón".
Yo personalmente la tengo muy metidita en el cerebro (la canción), y, me suele venir a la cabeza justo justo cuando el agua me llega a los "tingilines" al meterme poquito a poco en el mar.
Claro. Yo me veo ahí, hermosote y blanco-rosáceo, chapoteando alegremente cual foquita juguetona, y me imagino el mas apetitoso de los bocados para un tiburón toro, una tintorera o un gran blanco.
Vale que el mediterraneo donde suelo veranear, no es famoso por sus "sharks attacks" , pero con la tontería del cambio climático los grandes depredadores están empezando a cambiar de aguas y se van acercando poco a poco a nuestras costas.
En la zona de Almeria ya se han dado un par de ataques. En Grecia, el año pasado un tiburón tigre mató y devoró a un joven de 28 años, con un índice de masa corporal muy por debajo de la media europea. Vamos, que es como si el tiburón se hubiera comido un mikado, y al encontrarse conmigo le sirvieran un capón de cascajares.
Aun recuerdo un verano en el que mis hermanos mayores y yo alquilamos un pedalón ( o patín de agua) y nos lanzamos a la conquista de las costas de Marbella.
A unos ciento cincuenta metros de la orilla mi hermana Elena (ahora la pobre sufre en silencio unas horribles hemorroides) me animó a que me diera un bañito, y al segundo de haberme lanzado al agua con un fabuloso estilo Esther Wilians, pusieron proa al hotel Don Carlos y me abandonaron entre risas en la inmensidad del océano azul.
Caquitas me hice.
Mi bañador parecía un kebab extra de salsa turca.
Braceaba cual poseso (o cual obeso-poseso) tras la estela del pedalón, pero mis esfuerzos solo consiguieron que me diera un terrible calambre en el muslo derecho, así que opte por la opción más patética con 12 años: ponerme a llorar.
Mi hermano el pobre (que en el fondo solo se había comportado como un absoluto hijo de puta, pero que es buena persona) , al oír mis berridos decidió poner fin a la bromita y cambió el rumbo para acudir en mi rescate.
Fueron los minutos más angustiosos de mi vida (esos, y mi primer coito con un oso panda) y mientras aguardaba moqueando mi rescate, en mi cabeza se oía esa maldita canción y me traía recuerdos de todos los documentales sobre tiburones que había visto en el puto National Geografic.
Hice jurar a mis hermanos que no contarían nada de mi ataque de histeria , y asi lo hicieron, aunque para los que conozcáis a elena debéis suponer que aun no había pisado la orilla y ya se lo estaba radiando a toda la comunidad de habla hispana de la playa de pinomar.
Desde aquel día, tengo un canguelo horrible al mar.
En verano chapoteo en la orillita, siempre donde pueda hacer pie (los que me conozcáis, sabéis que eso es muuuuuy cerquita de la orilla) y nado como el "Josua" de los morancos, es decir, dándome con la barriga en el fondo rocoso y cuando salgo del agua, parece que me lo he montado con tres mandriles cachondos.
En fin.
Bueno... pues que bien ¿eh?.
Ahora ya sabéis porque sonrío cabroncete cuando me como una ración de cazón en adobo.
Muchos besos para todos y para todas, grandes amiguitos y amiguitas del mundo natural.

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